sábado, 16 de junio de 2007

Sólo me miró...

Mi madre siempre me ha dicho que yo he sido una niña tranquila y buena, muy miedica, pero obediente. Quizás por eso no recuerde grandes regañuzas ni castigos. Y mi padre, como casi todos los padres de la época dejaba todo el peso de las reprimendas en mi madre, que era la que se hacía oír.

Un día estaba sentada en una máquina de coser que mi madre tenía bajo la ventana del comedor. Podía tener 10 u 11 años. Recuerdo que medio lloriqueando le pedía a mi madre insistentemente no recuerdo qué cuando de pronto, se vuelve mi padre y me lanza una mirada que me bajé de la máquina y me fui a la calle sin rechistar. Es la única vez que yo recuerde que mi padre se enfadase conmigo y no hizo falta ni una palabra. Sus nietos, que muchas veces le hicieron perder la paciencia cuando se juntaban en su casa, recuerdan que cuando el abuelo se enfadaba...¡se enfadaba de verdad! Y recuerdo más bien un par de anécdotas que son curiosas..

Mi padre, en la época que yo fui adolescente, no solía meterse en cuestiones de ropas, ni de horarios, etc.; sabía que mi madre era la que los dictaba y si tenía alguna queja, nos la hacía llegar a través de ella. Una tarde de verano del año 70 o 71, íbamos subiendo las escaleras de mi casa. Él venía detrás de mí y me sorprendí mucho cuando me dijo: -"¿No te parece que esa falda es muy corta...?" Ya no me la puse más delante de él ¡qué vergüenza me dio!

Y la segunda fue cuando Jose y yo decidimos casarnos. Había terminado la carrera, empecé a trabajar y nos entró una bulla tremenda hasta tal punto que el día 29-9-74, cuando cumplía los 21 y por tanto, la mayoría de edad, decidimos que nos casábamos el 28 de diciembre ¡sólo tres meses y sin nada! Así que decidimos decirlo cada uno en su casa ¡qué tarde más mala pasé! El comentario general fue que por qué no esperábamos un tiempo, que era muy precipitado...Al día siguiente mi madre me comentó que él había preguntado: -"¿No será qué...? Y le respondí: -"Dile a papá que no se preocupe, que lo único que queremos es vivir juntos porque ya hemos llegado a un punto que, o nos casamos, o lo dejamos..." Daniel llegó a los 11 meses, fue su primer nieto y quién le ha dado la alegría de ver a su primera biznieta. Y algún día contaré la especial sensación que sentí cuando salí de mi casa, vestida de novia cogida del brazo de mi padre. Pero eso es otra historia

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