domingo, 29 de julio de 2007

Siguen pasando los días...

Foro del sitio @kme
- 29/07/2007 12:16

Hoy es otro día mas, no por hacer dos meses es diferente ya que cada día te tengo presente. Me levanté a primera hora después de dormir solo 2 horas, para variar, entre un trabajo y otro y lo primero que escucho es a mi primo pequeño diciendo que le ha dado un beso a su abuelo en una fotografía y preguntando que dónde estaba su abuelo. Mi madre le respondió que su abuelo estaba en el cielo viviendo así desde fuera lo que yo tuve que sentir con mi bisabuela Lola cuando yo era pequeño pero esta vez con la madurez en mis manos y la inocencia delante de mis ojos. Confío que desde dónde estás me estés guiando ya que por más que intento liberar mi mente buscando incesantemente trabajos para ocupar mi tiempo te sigo teniendo en cada paso que doy y en cada suspiro que me sale del pecho. Todavía cuando cojo el teléfono te escucho respirar a través de él como solías hacer para saber quién llamaba. Bajo al sótano y te busco incluso sin quererlo entré a la casa y al no ver a nadie… ¡te llamé!, pensando que estarías en el sótano como siempre.

Quisiera poder encontrarme contigo, quisiera decirte que mis noches no son los mismo sin ti, porque ahora soy un tempano de hielo perdido en la oscuridad y me muero por verte un día regresar. Voy perdido por todos los lados y no puedo detenerme, cada día pienso en verte donde tantas noches te veía, me muero por hacerte regresar. Me siento frio, solo en el vacío que dejaste en el hogar. Aun habiéndote visto sin vida entre mis brazos me niego a dejarte morir, hubiera recorrido mil veces el camino al hospital destrozando mi coche más todavía con tal de tenerte a mi lado pero ya no puedo salvarte más la vida. Padre, mírame ahora y dime que ves, necesito saber si hago las cosas bien. TQ

Antonio Melgar

miércoles, 18 de julio de 2007

No te tengo ya detrás mía


- Foro del sitio @kme

- Neo Cosmos - 17/07/2007 21:13

Soy yo, como siempre, el mismo que hace unos meses, pero las cosas han cambiado. Te cuento aquí algo que se me repetirá a lo largo de mi vida algo que aun no soy capaz de superar, algo que sigue siendo más grande que yo.

Una llamada suena en mi móvil pidiéndome ayuda para reparar algo que no funciona generando así el primer momento malo en mi mente, ese momento en el que te decía abuelo pasa esto, ¿crees que podemos arreglarlo? pero sin darme cuenta miro hacia mi pared y veo que ya no te lo puedo preguntar. Me armo, y me reconstruyo después de un leve golpe que me da tu ausencia y me dirijo a nuestros papeles y documentos en los cuales solíamos buscar esquemas y posibles problemas que solucionar. Busco tus herramientas que cada vez que toco una veo en mi cabeza la última vez que la tocaste, me monto en mi coche y me dispongo a buscar un remedio. Llego a mi destino en el cual me encuentro con un termo eléctrico y una nevera que no funciona. Veo la nevera a través de tus ojos y sé que sólo unas pocas cosas pueden fallar ahí: el klixon, el compresor, el gas o el termostato. Dándole vueltas a mi cabeza empiezo por lo más evidente como me dirías tú. Efectivamente el termostato si lo puenteo salta el motor por lo cual el compresor está bien y el klixon. Sólo nos queda el termostato y el gas. Si subo el termostato a tope el motor vuelve a arrancar por lo que el termostato anda un poco tocado pero no está mal, y entonces llego a la conclusión de que la nevera por su edad ha perdido el gas y no enfría lo suficiente por lo que si elevamos el termostato funcionará consumiendo mas watios pero por lo menos seguirá funcionando mientras le ponen una carga nueva de gas… y entonces recibo mi segundo golpe moral por no tenerte al lado y celebrar que hemos arreglado algo. Pero como siempre dicen, a la tercera va la vencida. Me pongo manos a la obra con el termo en el que lo único que aprecio es que salta la corriente si intentamos encenderlo. Entonces escucho en mi mente -"nene eso es que hay una toma de tierra, seguro que hay un corto". Manos a la obra y desmonto el termo ordenando coda tornillo de manera secuencial a como lo desmonto para luego no equivocarme como tú me enseñaste. Después de comprobar que los componentes están bien le desconecto la toma de tierra para ver si sigue saltando, y entonces salto la luz. En ese momento me preguntan ¿sabes lo que le pasa? y yo respondo: -"juraría que tiene una fuga y como los conductos del agua hacen las veces de toma de tierra está haciendo un corto pero no lo sé, me haría falta una llamada". Y ese fue el golpe que me destrozo: finalmente una duda que no podía resolver sin tu ayuda, esa voz que al otro lado del móvil o a mi espalda siempre me resolvía el dilema: tu voz. Cuando rompí a llorar parece que me escuchaste y me quisiste ayudar haciendo que una simple gota de agua saliese por una de las juntas del termostato, y fue cuando te sentí cerca y a la vez tan lejos.

Puedo arreglar muchas cosas gracias a todo lo que me has enseñado, dar soluciones a cosas que parecen no tenerla, reparar la puerta de la casa con solo mirar tu taller, y eso es lo que me mantiene aquí. No encuentro las herramientas, no sé dónde buscar lo que necesito, no sé dónde mirar si no te tengo a mi lado pero aunque me duela y siga llorando por ti me alegra saber que una gran parte de mí es tuya y que le llevaré conmigo toda mi vida. Me quedó mucho por aprender y hay cosas que nunca llegaré a entender, pero al menos sé que la base la tengo y lo más importante: tú me lo enseñaste. -"Se paciente hijo mío que con tus bullas no vas a ningún lado". Te echo mucho de menos.

Antonio Melgar



- Adri - 18/07/2007 00:54

Pues si... la paciencia y el buen hacer eran dos de sus numerosísimas virtudes, y seguramente de las cosas más valiosas que aprendimos de él.

Muchos ánimos, Antonio, y perdona que no te haya llamado hoy como quedamos... he tenido que terminar una tarea para mañana. Te llamaré mañana y a ver si podemos despejarnos un rato por la noche.

Un abrazo.





- luna - 18/07/2007 12:53


Papaito de mi corazón, qué horrible es el vacío que nos has dejado, qué difícil vivir sin ti, sin tus consejos, sin tu sonrisa, sin tu presencia; qué difícil papito. Sigo estando enfadada con Dios porque no es justo que no estés aquí, ya nunca más podremos ser felices. Yo daba gracias a Dios porque mi felicidad era completa, os tenia a todos y lo demás me daba igual; ahora ya no te tenemos a ti, no estás, aunque te siento aquí a mi lado en todos sitios, te hablo como si estuvieras escuchándome, lloro sin tener consuelo, es la primera vez en mi vida que me encuentro con un problema sin solución, no estás aquí, no volverás..... por qué ????????? Ahora mi Dios eres tú, y ojala algún día pueda verte y sentir que estás bien..... Es horrible esta sensación...



- mamelsa - 18/07/2007 21:22

Anoche escribí pero no sé qué pasó que se perdió el mensaje. Quería decirte que todos sentimos muchas veces que no lo tenemos detrás nuestra: mi lector de la lámpara de pie no funciona, hizo un corto y hemos tratado de abrirlo a ver si tiene un cable suelto o roto pero no ha habido manera...y digo: -"Papi, tú me lo arreglarías". Y cuando siento sonar los cojinetes de la lavadora, con lo que le dolía que le diéramos dinero a alguien para que nos la arreglara, cuando él podía hacerlo...Y tito Aquili, que tiene el lavavajillas roto, ¿no crees que no habrá pensado lo mismo...? Y así cientos, miles de veces nos acordaremos de él toda nuestra vida pero como dice en lo que ha escrito Akme sobre el duelo, el corazón cicatrizará hablando de todo esto con los demás, diciendo lo que pensamos, recordando anécdotas y vivencias que han sido muchísimas. De esa manera, en un futuro (cada uno necesitará un tiempo distinto) podremos pensar en él sin sentir ese latigazo de dolor que ahora sentimos y recordarle con ternura y agradecimiento por todo lo que hemos vivido juntos. Su sonrisa, su presencia aunque no física, nos ayudará a seguir con la vida cuyo símbolo más palpable es Reyes, nuestra Reyes que empieza la nueva generación y por la que tenemos que luchar día a día como él luchó por nosotros. Besitos.




- @kme - 18/07/2007 22:45

Bien, es algo que todos preveíamos con bastante antelación: -“el día que falte, siempre que tengamos algo para arreglar, nos vamos a acordar de él”. Claro que lo echamos de menos por multitud de cosas, pero no hay día que no surja alguna cuestión de esas con la que acudíamos a él para que las solucionara o nos aconsejara. Lo sabíamos, sí… pero no resulta fácil sustraerse al pensamiento de que ya no lo puedes hacer y una y otra vez tienes que convencerte que no puedes coger el teléfono y llamarlo, que no puedes meter nada en una bolsa y decir: -“esto se lo llevo el sábado”.


Qué difícil, joder ¡¡Qué difícil!!

lunes, 16 de julio de 2007

Los cuatro pasos del duelo


La base de esta entrada es un texto de Alain Giacchi tomado de su web "Vivir la pérdida" y que reproduzco aquí por su interés.



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Dicen que el tiempo lo cura todo, pero en muchas ocasiones que el tiempo no lo cura todo, sólamente lo adapta. Visto de esta manera no se trata simplemente de dejar pasar el tiempo sin hacer nada. Lo que realmente ayuda es lo que hacemos con nuestro tiempo.


  • ¿Estamos utilizando nuestro tiempo para ACEPTAR LA PÉRDIDA, para reconocer que nuestro ser querido ha muerto y no lo vamos a recuperar?


  • ¿Estamos utilizando nuestro tiempo para expresar las emociones y SENTIR EL DOLOR que supone para nosotros esa pérdida?


  • ¿Estamos utilizando nuestro tiempo para APRENDER A VIVIR sin esa persona tan querida para nosotros?


  • ¿Estamos utilizando nuestro tiempo para, llegado el momento, recuperar todo nuestro INTERES POR LA VIDA ?

Si queremos vivir de una manera sana nuestro duelo, si no queremos arrastrar indefinidamente el dolor, no basta pues con esperar a que todo se pase, o seguir viviendo como si nada hubiera pasado. Necesitamos dar algunos difíciles pasos y aprender las duras lecciones de la pérdida. No existen atajos para el dolor.

Aceptemos también que tendremos que vivir momentos duros y emociones intensas, que estaremos más vulnerable...No nos exijamos más de la cuenta, seamos amables con nosotros mismos y respetemos el ritmo de cada uno, empezando por el nuestro.

“No siempre que le damos vueltas a un hecho estamos aprendiendo de él. A veces hacemos lo contrario, y sólo conseguimos hundirnos. Ningún problema puede arrebatarnos nuestro presente. Incluso en las circunstancias físicas más duras, siempre nos pertenecerán nuestros pensamientos y, con ellos, nuestras emociones. Cuando perdemos la confianza en nosotros mismos, toda nuestra vida se desmorona. En esos momentos resulta difícil reaccionar, pero es ahí cuando tenemos que luchar y no dejarnos llevar por la apatía, el desencanto, la ausencia de horizontes...”, dice Carmen Canterla.


Los cuatro pasos...


1.- Aceptar la pérdida.

Aunque sea la cosa más difícil que hemos de hacer, debemos llegar a aceptar esta dura realidad: nuestro ser querido ha muerto y no va a regresar. Aceptar con la cabeza es fácil, sabemos que ha muerto. Lo difícil es aceptar con el corazón, con los sentimientos. Es pues muy normal un tiempo (pueden ser meses) en el que uno vaya contra la dura realidad. Démonos tiempo.

Hablar de la pérdida, contar las circunstancias de la muerte…Todo esto puede ayudar poco a poco, y con mucho dolor, a ir aceptando el hecho de la muerte. Es definitivo este paso, cuando se pierde toda esperanza de recuperar a la persona querida, y constituye el momento de la verdadera despedida.


2.- Sentir el dolor.

También necesitamos sentir el dolor y todas las emociones que le acompañan: tristeza, rabia, miedo, impotencia, desesperación, culpa…

Hay que personas que nos dicen, con la mejor intención: “Tienes que ser fuerte”. No hay que hacer caso. No escondamos el dolor. Es bueno compartir lo que te está pasando con tu familia, amigos de confianza…No nos guardemos todo para nosotros mismos por miedo a cansar o molestar.

Si no quieres compartir o mostrar tus emociones a otros, no tienes porque hacerlo, pero debes buscar otras manera de dar salida y vivir tus emociones en privado.


3.- Aprender a vivir sin esa persona.

Recordemos que hay tiempo para todo, para sentir y vivir el duelo, pero también para hacer, para ocuparnos de las actividades de la vida cotidiana. Aunque sintamos que el mundo se ha parado para nosotros, también es cierto que la vida sigue con sus muchas y quizás nuevas exigencias. Una actitud adecuada sería aquella que busca un cierto equilibrio entre el sentir y el hacer.

De esta forma, hacer el duelo significa también aprender a vivir sin esa persona, aprender a tomar decisiones por uno mismo, aprender a desempeñar tareas que antes hacía el fallecido, aprender nuevas formas de relación con la familia y amigos, aprender un nuevo sentido del mundo y de uno mismo...


4.- Recuperar el interés por la vida y por los que aún la viven.

Llega un momento en que sabemos que es necesario soltar el dolor y el pasado. La vida nos espera llena de nuevas posibilidades.

No hay nada malo en querer disfrutar, en querer ser feliz, en seguir compartiendo buenos momentos con los presentes… En realidad, el corazón herido cicatriza abriéndose a los demás.

Esto es lo que escribía una adolescente a su madre 2 años después de perder a su padre: “Existen otras personas a las que amar, y eso, no significa que quiero menos a papá”.


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Finalizar el duelo no es olvidar... Para cada persona puede significar cosas distintas:


  • Puede significar llegar a perdonarle y perdonarte por todo lo que quizás no fue la relación, por todo lo negativo, por el daño causado...

  • Pensar en esa persona sin sentir ya ese latigazo de dolor y recordarle con ternura y agradecimiento por lo vivido juntos.

  • Poder dar un sentido a todo lo que se ha vivido en estos años.

  • Entender con el corazón en la mano que el AMOR no se acaba con la muerte.
En cierto modo, nunca te recuperas de una pérdida significativa, porque ésta - precisamente por su significado- inevitablemente hace que cambiemos. Lo que si debemos escoger es si ese cambio será a mejor.